viernes, 4 de enero de 2008


Aprovecho ahora también para hablaros de un cómic que ha hecho mis delicias, tanto por calidad dibujística como por color o guión, quiero hablaros de Orquídea Negra. Sin duda este nombre os dirá mucho más si lo relacionamos con Neil Gaiman como guionista y Dave Mckean como dibujante (Dave Mckean es el impresionante portadista al que nos tiene acostumbrados Neil Gaiman en The Sandman).


Dave Mckean pone pincel y acuarela (con una frescura deliciosa, me atrevo a decir) al servicio de la pluma de Gaiman, quien nos cuenta la historia de Orquídea Negra, una heroína vegetal que lucha con su amnesia por recordar quién fue la causa de que perdiese su identidad humana.


Pero aquí os dejo una información bastante más completa, extraída de planetadeagostinicomics.com:


Londres, 1987. Los jóvenes Neil Gaiman y Dave McKean entran en contacto con Dick Giordano y Karen Berger, de la editorial DC Comics, quienes les animan a rescatar un concepto original casi olvidado de 1973, el de "Black Orchid". Ambos autores, que ya habían trabajado juntos con anterioridad en la recordada "Casos Violentos" tras conocerse en 1985, cuando McKean era tan solo un estudiante de arte, acceden a realizar un trabajo que viene a confirmar la estupenda pareja profesional que forman. (Después vendría "The Sandman" y con él la consagración de Neil Gaiman como mucho más que un guionista, y de McKean como mucho más que un ilustrador). En manos de estos autores, "Orquídea Negra" fue modelada hasta conseguir que pasase de ser un personaje difuso y desdibujado, de segunda categoría dentro del Universo DC, a convertirse en una obra de tres números cuya estructura visual y narrativa se alejaba de los estándares y convenciones de cualquier cómic al uso, más aún del cómic de superhéroes. Y es que hablar asépticamente del concepto superhéroe en este preciso momento sería faltar a la verdad, porque "Orquídea Negra" es justo lo contrario a lo que comúnmente entendemos por una heroína.


Antes de leer "Orquídea Negra", uno tiene muchas pistas para intuir que se encuentra ante una pequeña gran obra de arte. La cubierta, preciosista y minuciosa. Un primer vistazo sobre la imagen, bella y plagada de detalles, muy del estilo de Dave McKean. Y más adelante, una vez nos vemos inmersos en la narración, una fuerza lírica que arrastra un admirable análisis sobre la naturaleza humana. Son en definitiva, datos que apuntan maneras sobre cómo transcurre su argumento, el de una mujer, Susan Linden, que vuelve a la vida tras su terrible asesinato, convertida en una mezcla entre planta y ser humano, paradigma de la feminidad, con un objetivo muy claro: averiguar qué sucedió y vengar su muerte. Sin saber exactamente por qué tiene esa sensación de déjà vu en la que, atormentada, parece estar recordando continuamente otra figura femenina (la figura de Susan) no puede sin embargo detenerse demasiado a averiguar qué sucedió en la otra vida porque empieza a ser perseguida, entre otros, por el mismísimo Lex Luthor, para después encontrarse con algún que otro personaje como Swamp Thing (La Cosa del pantano) en lugares como la Amazonia o Gotham City. En apariencia chocante, este planteamiento no solo está bien llevado por Gaiman, sino que además da un gran trasfondo para captar los esfuerzos de Orquídea Negra por buscar su identidad, en un retrato psicológico que a veces no necesita siquiera apoyo del texto, pues McKean, utilizando pinturas acrílicas, acuarelas y una de sus técnicas predilectas: el collage, obtiene figuras humanas y expresiones faciales que logran fijar y retener la vista, estremecer al lector y transmitir mucha más información de la que se espera.


En definitiva, Orquídea Negra es un cómic de antítesis donde, en palabras de los autores, la protagonista es un ente onírico y extraño en medio de un mundo excesivamente realista, lo cual no deja espacio a la duda: estamos ante un elegante conjunto de contrastes. Y también, por qué no, ante uno de esos cómics a mostrar a quien todavía dude del carácter literario de algunas historietas. No en vano, la aparición en cubierta de los nombres de Gaiman y McKean es sinónimo de éxito; cualquier recomendación a ciegas de alguna obra suya podría hacerse sin temor a equivocarse porque están comprobados los buenos resultados fruto de la complicidad entre ambos. Cronológicamente, su eclosión se sitúa en el momento en que el particular estilo de los dibujantes y guionistas de cómic anglosajón alcanzaba el cenit de popularidad e implantación, abanderado por figuras como Alan Moore, finales de la década de los 80. Orquídea Negra, quizá demasiado oculta bajo la sombra de "The Sandman", fue una obra pionera en el difícil trance de convertir el arte secuencial en puro arte literario, que gracias a Planeta DeAgostini pasará a engrosar las colecciones de los seguidores de Gaiman y McKean en nuestro país.


Irene Vaquero Rubio

1 comentario:

MARY dijo...

Es sin duda una historia fascinante... Esos dos son increible, McKean y Gaiman, me dejan alucinada.
Buen blog!